Phobia corría transformado en un joven humano (pelirojo, de ojos verdes, piel pálida, y bastante alto) por las calles de la ciudad, escapaba de los guardias del castillo que lo habían aprisionado. Luego de un tiempo de persecución, en los cuales Phobia había ganado bastante terreno cruzo por un callejón, un atajo según pensaba, una forma de escapar. Pero se equivocaba, era un callejón sin salida, con una puerta rota y vieja a un costado.
Oía a los guardias acercarse más y más a cada segundo que pasaba. Debía calmarse, había entrado al palacio, porque había escuchado rumores de una hermosa princesa que el rey había adoptado en tiempos de hambre hacia ya unos 16 años, exactamente la misma cantidad de años que llevaba separado de su cuerpo. Pero, como le solía pasar, no era más que otra trampa.
Phobia presurosamente paso por la puerta que se hallaba a su izquierda, daba a unas largas escaleras que descendían. Cerró la puerta y aguardo, escuchando. Logro despistar a los guardias, pero pronto volverían, debía ponerse en movimiento.
Bajo por la escalera apresuradamente y fue a dar con un pequeño taberna en el que solo se encontraban cuatro personas.
Lo que parecía ser un anciano, bajito y barbudo, dos hombres sentados en la misma mesa, charlando, y un hombre tapado fumando en una mesa del rincón.
Tenia que actuar acorde a la situación y a su apariencia.
-¡Hola señor! – Dijo tomando una voz infantil y segura - Déme un vaso de leche, por favor – Al hablar todos los hombres dirigieron sus miradas hacia el, no lo habían notado llegar.
-Aquí solo servimos cerveza, si no quieres una te recomiendo que te largues, niño – Dijo el cantinero algo furioso, quizás creía que le estaba tomando el pelo. Phobia no soportaba las bebidas humanas, simplemente eran horribles. Sin embargo no debía armar alboroto. Podía matarlos a todos, pero prefirió beberse ese liquido amarillento y espumoso y vomitarlo más tarde.
Había sentido una presencia con un dejo de poder, alguno de esos tipos estaba intentando ocultar su poder. No podía confiarse.
Avanzo hacia la barra, haciendo una señal al cantinero para que le diera una cerveza.
Luego de tomar la cerveza con su mano se dirigió hacia una mesa y tomo asiento. Debía actuar natural hasta que las cosas se calmaran un poco en esa ciudad.
Paso alrededor de media hora antes de que Phobia se sintiera aburrido. Se recostó en la meza y empezó a jugar con un escarbadientes.
Oía a los guardias acercarse más y más a cada segundo que pasaba. Debía calmarse, había entrado al palacio, porque había escuchado rumores de una hermosa princesa que el rey había adoptado en tiempos de hambre hacia ya unos 16 años, exactamente la misma cantidad de años que llevaba separado de su cuerpo. Pero, como le solía pasar, no era más que otra trampa.
Phobia presurosamente paso por la puerta que se hallaba a su izquierda, daba a unas largas escaleras que descendían. Cerró la puerta y aguardo, escuchando. Logro despistar a los guardias, pero pronto volverían, debía ponerse en movimiento.
Bajo por la escalera apresuradamente y fue a dar con un pequeño taberna en el que solo se encontraban cuatro personas.
Lo que parecía ser un anciano, bajito y barbudo, dos hombres sentados en la misma mesa, charlando, y un hombre tapado fumando en una mesa del rincón.
Tenia que actuar acorde a la situación y a su apariencia.
-¡Hola señor! – Dijo tomando una voz infantil y segura - Déme un vaso de leche, por favor – Al hablar todos los hombres dirigieron sus miradas hacia el, no lo habían notado llegar.
-Aquí solo servimos cerveza, si no quieres una te recomiendo que te largues, niño – Dijo el cantinero algo furioso, quizás creía que le estaba tomando el pelo. Phobia no soportaba las bebidas humanas, simplemente eran horribles. Sin embargo no debía armar alboroto. Podía matarlos a todos, pero prefirió beberse ese liquido amarillento y espumoso y vomitarlo más tarde.
Había sentido una presencia con un dejo de poder, alguno de esos tipos estaba intentando ocultar su poder. No podía confiarse.
Avanzo hacia la barra, haciendo una señal al cantinero para que le diera una cerveza.
Luego de tomar la cerveza con su mano se dirigió hacia una mesa y tomo asiento. Debía actuar natural hasta que las cosas se calmaran un poco en esa ciudad.
Paso alrededor de media hora antes de que Phobia se sintiera aburrido. Se recostó en la meza y empezó a jugar con un escarbadientes.
Última edición por Phobia el Sáb Abr 24, 2010 4:10 am, editado 4 veces