//Va en varias partes//
Ya era noche cerrada en la ciudad, y dos figuras silenciosas se deslizaban velozmente por las calles del barrio más antiguo de la ciudad, procurando mantenerse lejos de las oscilantes lámparas que, aunque escasas, bastarían para revelar su presencia al ojo indiscreto.
Finalmente detuvieron su carrera frente a un caserón de apariencia muy antigua, de ventanas y puertas tapiadas. Una de las dos figuras extrajo de entre sus ropas una gran llave de hierro, y tras unos segundos de lucha con la vieja cerradura oxidada, entraron a la casa. Allí, con la puerta nuevamente cerrada, cobijados de la oscuridad y el peligro del exterior, encendieron varias velas y se dispusieron a explorar la casa.
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-Así que esta es tu casa...-murmuró Lweydd, quitándose un mechon de pelo mojado de la cara -Bueno, es bastante acogedora, comprada con los pozos de serpiente donde hemos estado durmiendo...
Blair se quitó la larga capa negra y la dejó sobre el respaldo de una silla cubierta de polvo.
-Por lo menos nos han dejado los muebles, hermanita- contestó sonriendo.
-Seguro, eso es una suerte. Ahora... solo necesitamos algo de mano de obra humana... Espérame aqui, de acuerdo?-
-Claro! Voy a buscar las sogas!- Blair pegó un salto de alegría y corrió hacia el equipaje, mientras Lweydd lo miraba con ternura.
"Dentro de poco podrás hacer esto solo" pensó, y sin más demora volvió a salir a la calle.
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Volvió más tarde, acompañada de una jovencita de aspecto tímido.
-Es tu primera vez en este... trabajo, verdad?- preguntó Lweydd sonriendo. -A mi hermano le encantará verte... eres su tipo.
El ruido de la llave en la cerradura sobresaltó a la muchacha, que la miró con miedo en los ojos. Realmente era nueva en el negocio, y cuando su miedo la impulsó a correr hacia la puerta, Lweydd la derribó con un golpe preciso y calculado.
Al oir las voces, Blair bajó las escaleras, sosteniendo varios metros de soga y unos libros polvorientos.
-Ohhhh es muy bonita!- exclamó Blair, acercándose.
-Es tu regalo de cumpleaños- Contestó Lweydd, tomando la soga y atando fuertemente a la muchacha inconsciente -Pero deberás cuidarla mejor que a la última... no quiero tener que estar limpiando restos de sangre.-
-No hay problema! ¿Le cortamos la lengua para que no pueda pedir ayuda?-Blair sacó una navaja de su bolsillo con una mirada alegre.
-No creo que haga falta, la mayoría de las casas de los alrededores estan abandonadas, y no creo que a nadie se le ocurra pasear por una zona tan... tétrica. La vigilarás mientras pone la casa en condiciones, y luego te la llevas a tu cuarto y juegas con ella, ¿de acuerdo?
Blair asintió emocionado y ató una cuerda al cuello de la muchacha al estilo de una correa.
-Iré a conseguir algo de comida... Ocúpate de que tu mascota limpie un poco, luego llévala a dormir, no olvides que los humanos son criaturas diurnas. Y mantén la puerta cerrada con llave. Son astutos, también.
Finalmente, luego de asegurarse de la firmeza de los nudos, Lweydd volvió a salir de la mansión, esta vez rumbo a las tiendas.
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//Continuará...//
Ya era noche cerrada en la ciudad, y dos figuras silenciosas se deslizaban velozmente por las calles del barrio más antiguo de la ciudad, procurando mantenerse lejos de las oscilantes lámparas que, aunque escasas, bastarían para revelar su presencia al ojo indiscreto.
Finalmente detuvieron su carrera frente a un caserón de apariencia muy antigua, de ventanas y puertas tapiadas. Una de las dos figuras extrajo de entre sus ropas una gran llave de hierro, y tras unos segundos de lucha con la vieja cerradura oxidada, entraron a la casa. Allí, con la puerta nuevamente cerrada, cobijados de la oscuridad y el peligro del exterior, encendieron varias velas y se dispusieron a explorar la casa.
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-Así que esta es tu casa...-murmuró Lweydd, quitándose un mechon de pelo mojado de la cara -Bueno, es bastante acogedora, comprada con los pozos de serpiente donde hemos estado durmiendo...
Blair se quitó la larga capa negra y la dejó sobre el respaldo de una silla cubierta de polvo.
-Por lo menos nos han dejado los muebles, hermanita- contestó sonriendo.
-Seguro, eso es una suerte. Ahora... solo necesitamos algo de mano de obra humana... Espérame aqui, de acuerdo?-
-Claro! Voy a buscar las sogas!- Blair pegó un salto de alegría y corrió hacia el equipaje, mientras Lweydd lo miraba con ternura.
"Dentro de poco podrás hacer esto solo" pensó, y sin más demora volvió a salir a la calle.
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Volvió más tarde, acompañada de una jovencita de aspecto tímido.
-Es tu primera vez en este... trabajo, verdad?- preguntó Lweydd sonriendo. -A mi hermano le encantará verte... eres su tipo.
El ruido de la llave en la cerradura sobresaltó a la muchacha, que la miró con miedo en los ojos. Realmente era nueva en el negocio, y cuando su miedo la impulsó a correr hacia la puerta, Lweydd la derribó con un golpe preciso y calculado.
Al oir las voces, Blair bajó las escaleras, sosteniendo varios metros de soga y unos libros polvorientos.
-Ohhhh es muy bonita!- exclamó Blair, acercándose.
-Es tu regalo de cumpleaños- Contestó Lweydd, tomando la soga y atando fuertemente a la muchacha inconsciente -Pero deberás cuidarla mejor que a la última... no quiero tener que estar limpiando restos de sangre.-
-No hay problema! ¿Le cortamos la lengua para que no pueda pedir ayuda?-Blair sacó una navaja de su bolsillo con una mirada alegre.
-No creo que haga falta, la mayoría de las casas de los alrededores estan abandonadas, y no creo que a nadie se le ocurra pasear por una zona tan... tétrica. La vigilarás mientras pone la casa en condiciones, y luego te la llevas a tu cuarto y juegas con ella, ¿de acuerdo?
Blair asintió emocionado y ató una cuerda al cuello de la muchacha al estilo de una correa.
-Iré a conseguir algo de comida... Ocúpate de que tu mascota limpie un poco, luego llévala a dormir, no olvides que los humanos son criaturas diurnas. Y mantén la puerta cerrada con llave. Son astutos, también.
Finalmente, luego de asegurarse de la firmeza de los nudos, Lweydd volvió a salir de la mansión, esta vez rumbo a las tiendas.
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//Continuará...//