"Hemos escuchado un canto siniestro en las catacumbas, desde entonces, los hombres jóvenes del pueblo han desaparecido lady Aura", fueron las palabras del alcalde de la pequeña aldea que se refugiaba cerca de las siniestras tumbas subterráneas. La habían mandado llamar, pues seguramente un Templario del Sol sería la respuesta a ese terrible dilema, pues sin jóvenes que trabajaran o defendieran al pueblo, seguramente estaría predestinado a desaparecer.
Aura caminaba en la oscuridad de las catacumbas con su espada en mano y su armadura puesta, caminando cautelosa de lo que pudiera estar ahí. Pudo escuchar el hermoso canto resonando entre las pétreas paredes del recinto y no pudo evitar sentirse atraída hacia ella, comenzando a caminar involuntariamente hacia ella. Al final de un largo pasillo, se encontró con una enorme habitación y la encontró a ella: una sócubo que la engañaba con su melodiosa voz, atrayéndola sin remedio hasta que terminó en sus brazos.
- Déjame... demonio... -
Dijo débilmente, intentando cortarle la cabeza con su espada, sin embargo su cuerpo no se movió. La demonesa sonrió y le acarició su suave cuello, mientras Aura intentó separarse, pero no pudo. EStaba a merced del sócubo, quién empezó a jugar con ella, para alimentarse de su energía.
Aura caminaba en la oscuridad de las catacumbas con su espada en mano y su armadura puesta, caminando cautelosa de lo que pudiera estar ahí. Pudo escuchar el hermoso canto resonando entre las pétreas paredes del recinto y no pudo evitar sentirse atraída hacia ella, comenzando a caminar involuntariamente hacia ella. Al final de un largo pasillo, se encontró con una enorme habitación y la encontró a ella: una sócubo que la engañaba con su melodiosa voz, atrayéndola sin remedio hasta que terminó en sus brazos.
- Déjame... demonio... -
Dijo débilmente, intentando cortarle la cabeza con su espada, sin embargo su cuerpo no se movió. La demonesa sonrió y le acarició su suave cuello, mientras Aura intentó separarse, pero no pudo. EStaba a merced del sócubo, quién empezó a jugar con ella, para alimentarse de su energía.